viernes, 4 de diciembre de 2009
Lua cheia de lembranças
Diciembre 2008. Camino a Guadalajara, sentados hasta enfrente del autobús, madrugada iluminada por la luna más brillosa y grande que haya visto, no se podía dormir por lo incomodo del lugar y por admirar a aquel astro.
Andando por la carretera, con la luna frente a nosotros, parecía que nos dirigiamos hacía ella y cada vez se engrandecía pero no. La ilusión que causaba se perdía en las curvas y al poco tiempo lo hizo al caer rendidos a pesar del frío que heló nuestros píes.
Ya en tierra, en Puerto Vallarta, la noche nos invadió de nuevo y allí junto al mar, la luna, como gran testigo, seguía nuestros pasos por la arena húmeda y por las calles aledañas al Malecón. El sonido de las olas en combinación con la música de moda de los antros y bares se acompañaba perfectamente con la luz que radiaba en todos lados.
Donde sea que volteara, ella, la luna, nos seguía observando y cuidando, percatándose de todo nuestras bobadas y risas al por mayor. La lunada no fue tan perfecta, pero no importó, la luz estuvo ahí y con música de fiesta barata dimos vueltas y vueltas, mirando hacía arriba, destellándonos y alterandonos. Salir de Señor Frogs y sentirnos cobijados por su luz después de esa barra libre, bailar Womanizer y haber cantado a todo pulmón canciones de rock en español se agradece.
El viaje de generación de la universidad, a casi un año lo sigo teniendo claro y en cada luna llena los flashasos de imágenes vienen a mi mente. Esa luna que nos acompañó y que desde la ciudad de México y allá seguía igual de inmensa y hermosa. Aunque ésta relució más acompañada de su reflejo en el mar.
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3 comentarios:
Pfffff!
quiero una playa yaaaaaaaaa!
XD
Pop!
Que bien que recuerdes todo eso!
Me encantó la forma como lo contaste!
Un abrazo!
Wow!
Necesito un viaje a la playa cuanto antes.
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