Encuentro con él, más allá

Creo en los hechos extranormales aunque nunca haya sido testigo presencial. Si es cierto que existen otras razas de seres vivos fuera de la Tierra, por qué no existirían fantasmas, mismos que no provienen del imaginario colectivo, sino de las experiencias de las que la gente habla y hasta científicamente comprobables.

Desde que salí de mi antiguo, debo confesar que vivía atormentado. No me sentía seguro cuando veía a alguien que se pareciere a mi exjefe. Sí, me dejó traumado. Cuando a lo lejos, o mucho peor a lo cerca, vislumbraba un ser con sus características entraba en estado de alarta. No sabía cómo iba a reaccionar toparmelo cara a cara, si me hablaría, si me ignoraría, si me iba a ver feo, no sé. 

¡Lo peor de todo era que me importaba! No tendría por qué, era un simple mortal, hinchabolas, eso sí, pero saliendo de su territorio no era nadie. Nunca supe por qué logró me sintiera así, igual y mi baja autoestima de no superar esa etapa, quién sabe.

A casi un año de haberlo visto por última vez, yo caminaba de lo más tranquilo y relajado sobre la Condesa en una linda mañana (sí que era linda) de sábado cuando percibí a lo lejos a una pareja. Se me hizo algo conocida, no le tomé importancia y seguí caminando sobre la calle de Nuevo León. Me encontraba cerca del Parque México, a punto de llegar a mi destino cuando logré distinguirlo. Era él. El que me jalaba del cuello y me insultaba, el que menospreciaba mi trabajo, el hijo de la chingada que por mucho aguanté. Ah, suspiré.

Tuve que prevenirme y bajé el volumen al iPod. Caminé a paso moderado, no rápido, no lento. Erguí la espalda, alzé la cabeza y no me detuve, miré a la esposa y la vi igualita. Él, él andaba muy cómodo en short y camisa sport. Seguí mi camino y sucedió el momento. Tuve un acercamiento conel más allá. Mi pasado, casi tres años revolotearon mi cabeza y mis nervios. Mi mirada fija a la nada se desvió un poco al reojear a la mujer que caminó a mi lado, en sentido contrario, los dos juntos, ella con vestido azul delgado, a él no lo pude ver. Adelanté mis pasos, aumenté mi velocidad un quince por ciento, no pude evitarlo. Me detuve al llegar a la esquina, fue inevitable. Respiré.

Las dudas me invadieron luego luego. ¿Me abrá visto? ¿Me ignoró? ¿Sigue siendo un pinche rencoroso? ¿De verdad me ignoró? Qué más da. El momento soñado tantas veces sucedió al fin y fue contortante saber que la vida sigue. Darle un valor de más a las cosas sólo depende de uno, si no nos importa ¿por qué nos preocupamos de todo en vano? Volteé hacia donde se dirigian y no pasó nada, no voltearon. Volví a respirar. Hondo.

Seguí mi camino sobre la calle, sobre la banqueta, sobre el pavimento, sobre la sera y no supe ni recordé más de aquello. Ante lo cual me siento bien, alivianado. Ahora sólo espero y quiero no toparme más con gente así en mi hermosa vida y si aparecen, quitarme lo más pronto posible, enfrentarlo en su momento.